La berenjena blanca es una hortaliza poco conocida que estuvo a punto de desaparecer del mercado.
Pero por suerte para nuestra gastronomía, gracias a proyectos organizados sobre todo en la zona de Bages (Cataluña), se ha ido recuperando poco a poco su producción y distribución en el comercio local y de proximidad.
Se cree que el origen de la berenjena, en general, está en la India, pero a la Península se introdujo con los árabes, que aunque en un principio se usaban como un elemento ornamenta, con el paso del tiempo se fue convirtiendo en un ingrediente muy popular en la cocina sefardí. Desde ahí su uso siempre ha sido popular, pero el tiempo y la producción nos ha ido derivando a la berenjena morada dejando a la berenjena blanca en huertos de autoconsumo.
Hasta el 2010, esta variedad era difícil encontrarla en comercios pero tras una amplia campaña de comunicación y distribución, la berenjena blanca se ha vuelto a expandir por el territorio nacional, recuperando así, un producto de calidad, diferencial y con excelentes propiedades organolépticas y nutricionales..
Pero, ¿en qué se diferencia la berenjena blanca de la morada?
Además, de la distinción obvia del color, la berenjena blanca tiene una carne más suave y dulzona que la morada, haciéndola más agradable al paladar. Sobre sus valores nutricionales, conserva los popularmente conocidos como son las vitaminas E, A, C, B1, B2 o sus altos valores en ácido fólico, fibra y carbohidratos.
La berenjena cocida y pelada es muy digestible. Se le atribuyen propiedades diuréticas, laxantes y relajantes y cocinada con muy poca grasa, beneficia a personas afectadas con artritis y gota.
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